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El monasterio de Glendalough, a unos 50 km de Dublín, no es sólo un bonito y bucólico paisaje irlandés.  En los alrededores de este conjunto eregido en el siglo VI, se respira un aire místico y evocador, pero es innegable que el sentido de la vista es el primero en quedar fascinado: está enclavado en un valle con dos grandes lagos y rodeado de frondosos bosques.

San Kevin se instaló en el lugar, que consideró idílico y perfecto para la meditación. Allí se acabó levantando el monasterio, que después dio lugar a una ciudad completa con iglesias, casas o granjas.  La gran parte de los edificios fueron construidos antes del siglo XII, como es el caso de la catedral y en el siglo XIV sufrió ataque de los ingleses que la dejó en muy mal estado, si bien ya había sufrido el saqueo de los vikingos en varias ocasiones. Durante el siglo XIX fue reconstruida.

Los dos lagos del valle son el Lowe y el Upper, que se ve desde la orilla de enfrente y al que sólo se puede llegar en pequeñas embarcaciones Allí se encuentra también la cueva donde se supone dormía el santo y varias ruinas de iglesias. Un aire aun más inquietante tienen los cementerios del conjunto monacal, entre cuyas lápidas se puede pasear. La Torre típica irlandesa (cilíndrica) de más de 30 metros de altura se ve desde varios puntos.

Por si fuera poco, el conjunto Glendalough se encuentra dentro del Parque Nacional de Wicklow, que permite disfrutar de la práctica de senderismo a través de alguno de los 9 senderos señalizados que nos proponen en el parque.

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