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Hoteles adultos nueva especializacion El otro día publicábamos aquí la reseña de un hotel cuya característica fundamental era la exigencia de que su clientela tuviera más de 21 años. Estaba en México y ya sabemos que la mayoría de edad cambia de un país a otro pero lo interesante está en el concepto. Desde hace tiempo se encuentra en el mercado una nueva modalidad de alojamiento que busca el toque diferenciador en eso: hoteles para adultos exclusivamente. Es probable que la mayoría de los lectores nunca hayan oído hablar de ello pero en algunos sitios son una realidad desde hace ya bastante tiempo, caso del Caribe y EEUU, y en España están empezando también a generalizarse, sobre todo en las zonas turísticas más importantes, empezando por el Mediterráneo: Levante, Baleares, etc. En algunos casos, especialmente en Centroamérica, estos establecimientos se orientan a parejas, solteros o grupos de amigos con ganas de unas vacaciones liberales y con toque picante. No hace falta insistir sobre ello; basta con leer el post del pasado 21 de mayo para entender cómo es la oferta, que no tiene nada que ver con el alterne profesional sino que se basa en poder disfrutar de spa, playa, espectáculos nocturnos y servicio de lujo en un ambiente que chocaría algo con el turismo familiar: lunas de miel, escapadas románticas, viajes de empresa, etc. Pero hay otra modalidad en la que el hotel limita su clientela a los adultos simplemente para garantizar tranquilidad. Aunque hay de todo suelen ser sitios no muy grandes, muy cuidados en decoración y servicios, a donde la gente escapa en busca de relax. En este caso coinciden la demanda del huésped con el deseo del propietario de evitar el caos, llamémoslo así, que producen los niños. Se evitan lloros, accidentes, deterioro del mobiliario y el griterío típico que se forma en la piscina. Además, los menores no resultan rentables como clientes, pues duermen en camas supletorias, suelen comer poco y gastan poco dinero.

¿Especialización o discriminación?

La crisis económica parece haber dado un impulso extra a los hoteles para adultos por aquello de la especialización, la originalidad diferenciadora en un sector donde todo parecía ya inventado. Por eso ya no sólo se limitan a alojamientos modestos o independientes; incluso las grandes cadenas han empezado a crear hoteles de este tipo, como Iberostar, que tiene media docena en España, otros tantos en América y el doble en Croacia. Son sólo un par de ejemplos. Otros llegan a reconvertirse porque no es desdeñable el nicho potencial de clientes: en edades entre treinta y cinco y cincuenta años hay nada menos que diez millones y medio de personas. Las críticas vienen por el lado jurídico. Hay quien considera que podría ser una forma de discriminación por edad pero es difícil dilucidarlo porque cada comunidad autónoma tiene su propia legislación. La clave está en el punto de vista: saber presentarlo de forma que no vulnere la ley. Así, hay quien advierte de que carece de equipamiento para menores o limita el número de personas por habitación a dos. En cualquier caso el éxito de la idea parece evidente. Y el apoyo; basta echar un vistazo por Internet a las opiniones de la gente y el porcentaje de quienes están a favor iguala a los adversos.
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