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Imaginad un oasis en mitad del desierto, pero no penséis en encontrar camellos cerca, si no más bien en alpacas, porque el oasis de Hauacachica emerge en mitad del árido paisaje que rodea la ciudad de Ica, en la región centro-sur de Perú.

El desierto costero del país andino es un terreno de escasa vegetación, pero esta laguna de agua verde y limpia formada por corrientes subterráneas está rodeada de sombra que dan las palmeras y los algarrobos. En ella puedes disfrutar de una jornada de remo, divisar el paisaje y el encanto de las casitas del pueblo que nació a su orilla y, desde hace unos años, practicar una nueva modalidad deportiva surfeando sus dunas: el sandboard.

Desde los años 20 hasta los años 50, Huacachina se convirtió en un balneario de moda para la clase alta, no sólo por sus suaves temperaturas todo el año, si no también por el poder curativo que se le atribuía a sus aguas, desde que así lo descubriese a finales del siglo XIX la italiana Angela Perotti.

Como todo lugar curioso está rodeado de leyendas. La de Huacachina cuenta que una joven desahogó sus lágrimas en este desierto tras enterarse de la muerte de su amado, un joven guerrero y dio lugar a la laguna que hoy conocemos con el nombre de la doncella.

Huacachica se sitúa al sur de Lima, desde la que se tarda unas 4 horas en llegar en autobús.

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