Si las recreaciones históricas se han convertido en un éxito, constituyendo algunas de ellas auténticas fiestas populares con temática girando en torno a romanos, guerras napoleónicas y otros acontecimientos, no había razón para que no ocurriese otro tanto en la América precolombina. Y precisamente un país que daba nombre a todo un virreinato, Perú, acoge la que acaso sea la más espectacular y famosa: el Inti Raymi.
Inti Raymi
El
Inti Raymi es una representación de aquella que realizaban los antiguos incas y los pueblos que les precedieron para celebrar el solsticio de invierno; de invierno austral, se entiende, ya que tiene lugar el 24 de junio (originalmente el 21), cuando en
Europa se produce el de verano. Allí se situaba exactamente en la mitad del año, según el calendario de aquella cultura, como fiesta en honor del sol (Inti), regidor de la temporada agrícola.
Los escenarios en que se desarrollaba eran y son magníficos. Empezaban en lo que hoy es la
Plaza de Armas de Cuzco (antaño Huacaypata) y continuaban en la espléndida fortaleza de
Sacsayhuamán, en las afueras de la ciudad. La participación era masiva y se llegaban a reunir hasta cien mil personas.
El cortejo real del Inca salía del
Coricancha (el templo más importante, sobre el que ahora se alza el Convento de Santo Domingo) y llegaba, por la calle Inti K’ijilua, a la citada plaza
Huacaypata, en la que era recibido por sus súbditos en cuclillas (equivalente a arrodillarse). Tras un brindis y una libación de chicha, se echaba el poso al suelo para devolver a la
Pachamama lo que previamente había regalado al Hombre.
A continuación, la ceremonia seguía en Sacsayhuamán, donde se realizaban diversas ofrendas en nombre de los cuatro reinos del Tahuantinsuyo y se sacrificaban llamas y alpacas para que los sacerdotes pudieran hacer sus augures respecto al año que empezaba.
Todo este ritual fue abolido en 1572 por el virrey español
Francisco Álvarez de Toledo, por considerarlo pagano. Sin embargo, gracias a las descripciones recogidas por el Inca Garcilaso, hoy ha podido reconstruirse. Así, desde 1944, el Inti Raymi vuelve a celebrarse cada 24 de junio con la participación aproximada de unas cincuenta mil personas.
Ataviadas a la usanza inca, con vistosas ropas y tocados de vivos colores, se reproduce paso a paso y en lengua quechua todo aquel pintoresco ceremonial, adornado con danzas y música de época (incluso sacrificios), en un espectáculo que atrae especialmente al turismo -se puede asistir desde un graderío- y supone una oportunidad especial para los comerciantes cuzqueños.
Si habías pensado pasar unas
vacaciones en Perú este mes, puedes aprovechar para intentar ver el
Inti Raymi en persona. Recuerda que debes ir a Cuzco (una ciudad hermosísima que además sirve de base perfecta para ver el Valle Sagrado y Machu Picchu) y que, frente a los quince días de celebraciones de antaño, hoy la fiesta dura hora y media.