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Si aún quedan paraísos libres de la mano de la edificación turística masiva en el Caribe deben ser las Corn Islands.

Bañadas de intensas aguas azul turquesa, se encuentran estas dos pequeñas joyas nicaragüenses en las que aún podemos apreciar el verdadero espíritu caribeño sin influencia occidental evidente. Tanto es así, que es difícil encontrar una infraestructura tecnológica como la conocemos aquí,  porque allí los teléfonos, los ordenadores y las televisiones están de más. Definitivamente, las Corn Island están hechas para otra cosa. Aquel afortunado que llegue a cualquiera de las islas, Big Corn o Little Corn, podrá disfrutar del buceo, del submarinismo y pesca submarina como en pocos sitios. Que no espere grandes complejos para turistas ni todo a pedir de boca y al momento, pero sus playas vírgenes plagadas de palmeras, sus espacios naturales abundantes, infinidad de flora y fauna tropical, la alegría de sus gentes y su cultura atrapan al viajero desde el primer golpe de vista. Little Corn, es especial, es aún más virgen. Carente de televisión y carreteras, con un  suministro de electricidad durante unas horas, sus  casi 3 kilómetros son todo bosque y cuenta con algunos hoteles de pequeño tamaño para los viajeros que buscan lo más parecido a un  paraíso natural tropical. Por ese motivo se practica un turismo de bajo impacto ambiental que no produzca alteraciones en el medio. Las Islas del Maíz fueron descubiertas por Cristóbal Colón en su último viaje a las Américas y su población es descendiente de esclavos africanos, colonos europeos, piratas, y varias tribus indias. Toda una mezcla de etnias que hace una más atractivo este archipiélago.
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