Los faros se convertirán en hoteles

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Ante la crisis, imaginación. La ministra de Fomento, Ana Pastor, ha anunciado la puesta en marcha de un plan por el que los faros se convertirán en hoteles, de manera que se aprovechen tanto los edificios como el entorno donde se encuentran además de colaborar en su conservación patrimonial. Evidentemente, no servirá para todos los faros que hay repartidos por nuestro país, nada menos que 387, ya que muchos de ellos (algo más de medio centenar) están en servicio y habitados por los torreros que trabajan en ellos, si bien la mayoría funcionan de forma automática. La iniciativa, impulsada por Puertos del Estado y denominada Faros de España, consistirá probablemente en su concesión al sector privado -está por determinar si de forma conjunta o individual- para que adopten esa nueva actividad complementaria y se aproveche al máximo el potencial de esas infraestructuras, tal cual ocurre ya en otros países de Europa. En este blog hemos visto algún caso. De hecho, en España ya se usan los faros para otras facetas relacionadas con el turismo. Hay 7 adaptados para restaurantes y cafeterías (el de Formentor, por ejemplo); 28 son museos (Finisterre) o galerías de exposiciones; 12 acogen centros culturales y de formación; y 5 han pasado a ser centros de investigación; uno incluso tiene un acuario. Por lo demás, falta desarrollar el proyecto de forma más concreta y designar los faros que se destinarán al nuevo uso hotelero. La ministra misma admitió que aún "no se sabe cuáles van a ser porque dependerá de su idoneidad y viabilidad", así como su condicionamiento a que el espacio sea "compatible con su uso técnico". Luego habrá que ver qué empresas demuestran interés por la idea y fijar las condiciones. Muchos faros tienen viviendas en su interior o anexas que utilizan o utilizaban los torreros y sus familias. En algunos casos hay hasta cuatro dependencias con tres dormitorios cada una, por lo que, tras la correspondiente rehabilitación, podrían ser perfectamente susceptibles de transformarse en pequeños hoteles, casas rurales o albergues con un aforo en torno a una decena de huéspedes como máximo.

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