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  Avión Cierra los ojos y por un momento ve de nuevo el avión. Todo el mundo duerme a esa hora en el pueblo Svay Check, en una zona como otra cualquiera de la Camboya rural, pero Paen Long no logra conciliar el sueño. Su mujer y sus dos hijos se fueron a la cama antes. Ella no intentó apartarle de la pantalla de su tableta donde cada noche mira vídeos de aviones con una pasión absorbente, con una obsesión que algunos en el pueblo han empezado a llamar locura. El mecánico camboyano vio el avión por primera vez con seis años. Estaba sentado a la orilla de una charca de las muchas que dibujan el paisaje de arrozales en Camboya durante la temporada de lluvias. Apareció en medio del agua llamándole. Cuando quiso acercarse cayó a la charca y comenzó a ahogarse. La aeronave no era real, sino una ilusión creada por un espíritu. Un vecino le sacó del agua y estuvo inconsciente durante tres días. Fue entonces cuando volvieron los recuerdos. En una de sus vidas pasadas ya sabía construir aviones, ya sabía volar. Paen Long, además de budista, es un aeronauta, o navegante del aire, según el origen etimológico de la palabra. Forma parte de ese reducido club quijotesco que nació a cientos de metros del cielo, abocados a cumplir su sueño o morir en el intento. Desde hace años construye aviones sin tener estudios secundarios, guiándose sólo de su experiencia como mecánico y los vídeos que mira en Youtube en idiomas que no habla. En la supersticiosa Camboya, donde la mayoría de la gente vive de la agricultura, la pesca o la silvicultura, los espíritus y las vidas pasadas forman parte del día a día, pero es extraordinario que un mecánico de automóviles pueda construir y volar un avión. [caption id="attachment_47181" align="aligncenter" width="580"] Foto de Ricardo Pérez-Solero[/caption] Primero fue un aeroplano por control remoto, luego siguieron dos avionetas monoplaza fallidas y ahora intenta crear un hidroavión. Búfalos de agua y vecinos prejuiciosos observan el cementerio de aviones que se ha formado en la parte de atrás de su taller. Materiales reciclados y piezas de segunda mano de motocicletas y coches forman parte de sus intentos pasados, como frankenstein aeronáuticos que no pudieron ser. Una exhibición de sus fracasos, pero también de su perseverancia. Como Paen Long, al que entrevisté en Camboya en varias ocasiones, existen otras personas con recursos y conocimientos limitados que han arriesgado su vida para construir un sueño que les permita surcar los cielos.  En China, el fotógrafo Xiaoxiao Xu siguió la vida de ocho granjeros constructores de aeronaves, que como Paen Long, soñaron con pilotar su propia creación, con mejor o peor suerte. Su libro, “Aeronáutica en el patio trasero”, inspira el título de esta publicación. En Etiopía, Asmelash Zerefu decidió construir su propio avión después de ser rechazado por la academia de aviación de su país al ser un centímetro más bajo de lo necesario. Se ha pasado media vida persiguiendo un proyecto que no sólo reivindica su capacidad, sino que rompe estereotipos sobre su nación. Sin duda los navegantes del aire son muchos más. En ocasiones anónimos y alejados de la atención mediática, como lo fue Paen Long antes de que el tercero de sus aviones tomase forma. El pasado marzo, el mecánico camboyano quiso probar su creación. En una polvorienta carretera cerca de su taller, cientos de vecinos, curiosos y amigos se congregaron para verle despegar. En su pequeña avioneta de 4 metros de largo por 8 de envergadura todo estaba preparado. El motor que en el pasado propulsó un barco ahora rugía pidiendo navegar más alto. Las ruedas de una motocicleta iban a darle velocidad y metido en la cabina, que algún día había sido un barril de gasolina, vería a la gente, poco a poco, hacerse más pequeña. El camboyano no pudo alzar el vuelo aquella tarde de marzo y acabó zambullendo su avioneta en una de aquellas charcas formadas por el monzón. La verguënza del fracaso le duró una noche. No tardó más en decidir que volvería a intentarlo; con un hidroavión, navegaría las aguas y el aire.   Ricardo Pérez-Solero Periodista radicado en Indonesia. Anteriormente en Tailandia y Camboya.

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