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¿Estás pensando en hacer un crucero pero quieres ver algo realmente diferente sin tener que viajar a la otra punta del mundo? Pues tenemos lo que estás buscando: naturaleza salvaje, pueblos de cuento, y todo ello sin salir de Europa. ¿Dónde? En Noruega. Si hay un crucero que se desmarque del resto por la espectacularidad de sus paisajes, ese es el crucero en los fiordos noruegos. No estamos exagerando, quienes han tenido la suerte de vivirlo coinciden: el crucero en los fiordos es una experiencia inolvidable. Tanto es así que la mayoría, en cuanto puede, repite. ¿Quieres saber por qué? Normalmente asociamos los cruceros a destinos más exóticos o aquellos popularmente reconocidos como “de veraneo”. Sol, playa, algo de cultura... Quien va a un crucero en muchos casos está buscando descansar y divertirse, ¿pero quién dice que eso no pueda hacerse rodeado de algunos de los paisajes más hermosos del planeta? Partiendo de Geiranger tu crucero te llevará a recorrer los fiordos en dirección Copenhague haciendo escalas en ciudades de larga historia como Bergen o pueblitos como Hellesylt, tan encantadores que... ¡te costará creer que sean reales! Pero sin duda el punto fuerte de Noruega son sus paisajes. Desde tu crucero gozarás del privilegio de una perspectiva única para admirarlos durante las 24 horas del día, y en las escalas podrás hacer excursiones tan fascinantes como al Preikestolen de Stavanger o el renombrado recorrido del tren de Flåm: la línea férrea más empinada del mundo. Y es que la orografía de Noruega es escarpada, pero es precisamente esta peculiar característica la que hace de él un país tan interesante. ¿Sabías que en sus montañas se ocultan los trolls? Según el folclore escandinavo los trolls viven en lugares oscuros, pero no tendrás que buscar mucho para encontrarlos porque sus ciudades también están llenas de ellos. Eso sí, allí son mucho más simpáticos, ¡seguro que al final te llevas más de uno como souvenir! En definitiva, Noruega es un país de cuento. Un viaje que disfrutarán tanto niños como mayores, desde los más tranquilos a los más deportistas. Un viaje que hay que hacer, por lo menos, una vez en la vida. ¡Y si es en un crucero mucho mejor!
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