En alguna ocasión hemos leído que el Transiberiano ha sido el primer viaje que  cambió tu forma de ver el mundo. ¿Qué experiencias contribuyeron a esto?

En realidad todos los viajes cambiar tu forma de ver no sólo el mundo que te rodea sino también el tuyo propio. Aquel viaje entre Riga y Shanghai, que fue mucho más que el transmongoliano, vino en un momento en que personalmente lo necesitaba. Se fue una persona y volvió otra. A pesar de que llevaba años viajando aprendí a ser más feliz, a moverme mejor en equipo, a dejarme llevar por el instinto (y valorar) la improvisación a la hora de recorrer países.

Experiencias como dormir a orillas del Lago Baikal, perderse en el desierto del Gobi y guiarse por el azar o disfrutar de la vida de un tren de 52 horas que nos dejó en el corazón de Siberia fue una clase avanzada de viajar.

También viviste un viaje por América de 7 meses y eres un amante del mundo rural, ¿Cuáles de esos paisajes naturales que has contemplado te han parecido más espectaculares?

América es Naturaleza radiante y excitante como en pocos lugares. Los paisajes de nuestro continente hermano y, por supuesto, su gente, hace que sientas mucho más cerca los lazos que aún tenemos. Me quedo con los glaciares argentinos, sobre todo el Perito Moreno, y la perfección absoluta, el idilio paisajístico de las cataratas de Iguazú. Aunque hay muchísimo más de lo que cualquiera se imaginaría. Por ejemplo los canales patagónicos en Chile o las desconocidas Pampas del río Yacuma en Bolivia, un pedacito de Amazonía que cuesta recorrer apenas 100 euros una semana.

Sin embargo, no reniegas de aventuras desérticas. El pasado mes de marzo emprendiste la expedición Kamal. ¿Qué ha supuesto para ti esta experiencia?

El desierto es especial, es el lugar en el que logro encontrarme siempre que estoy demasiado disperso. Mi última aventura me llevó a embarcarme en la Expedición Kamal al Desierto Líbico en Egipto con un despliegue no visto en la zona desde la II Guerra Mundial. Viajé junto a arqueólogos, geógrafos y excelentes documentalistas de National Geographic una región realmente sorprendente y muy desconocida para el gran público. 4x4, tiendas de campaña y mucha ilusión por descubrir lugares insólitos y bellezas prehistóricas que nos hablan de un Sáhara que no siempre fue un desierto.

Personal y profesionalmente ha sido uno de los grandes retos de toda mi vida y es de esos viajes de los que no puedo parar de escribir. De hecho en El rincón de Sele estoy publicando los diarios que hacía cada noche y, a pesar de conocerlos prácticamente de memoria, sigo emocionándome con las vivencias en aquel lugar que nos ayudó a conocer mejor, por ejemplo, a Lázló Almásy, “El paciente inglés”, un aventurero de los que ya no quedan.

Después de visitar más de 80 países, ¿Se puede decir que uno pierde la capacidad de asombrarse o por el contrario aumenta la avidez  por descubrir nuevos horizontes?

Tengo la suerte de mantener la ilusión intacta. Me emociono y me sorprendo como el primer día. Eso es imprescindible para que te guste viajar. El deseo de conocimiento es uno de los grandes motores que mueven al ser humano. Uno no evejece por las arrugas sino por perder la capacidad de ilusionarse…

Hace unos días se celebraban las tertulias viajeras del mes de abril, centradas en República Checa. ¿Qué tal fueron? ¿Qué nos podrías adelantar sobre el siguiente?

Las tertulias viajeras son un bonito regalo en el que cada mes nos juntamos en Madrid para charlar sobre lo que más nos gusta. De República Checa aprendimos a conocer más allá de Praga e incluso a dar nuestros primeros pasos de polka…

Las próximas, que serán el 13 de mayo a las 19:30 en La Excéntrica (C/ Las Fuentes 10) versarán sobre mujeres viajeras. Será un día dedicado a muy valientes viajeras que mostrarán el mundo que han visto sus ojos y darán consejos a quienes quieran dar el paso. Es sorprendente pero me llegan al blog muchas preguntas de mujeres que no saben si pueden viajar a un sitio a otro y, sobre todo, hacerlo solas. Y la respuesta es que… ¡claro que se puede! De hecho te parecerá curioso pero en Irán me encontré más mujeres viajando que hombres…