Conservación y ecoturismo en pro de las especies

Pensando en  lugares paradisíacos puede sorprende que después de 100 vitaminas aún no le hubiera llegado el momento a las Seychelles. De entre todas sus maravillas, hemos escogido la pequeña Cousin Island.

Este islote granítico es una reserva natural del Índico que ocupa unas 27 hectáreas. Se trata de un ejemplo para la conservación del medioambiente y lugar sacrosanto para los científicos y biólogos: la isla es propiedad de una ONG conservacionista que ha hecho de ella un laboratorio al aire libre y pionero que ha conseguido evitar la extinción de varias especies vegetales y animales  que corrían gran riesgo de desaparecer.

BirdLife International compró esta isla en 1968 cuento su fauna y flora estaba prácticamente desaparecida debido al monocultivo de cocoteros. Más de 40 años después, ha vuelto el equilibrio al ecosistema de este privilegiado lugar del planeta, nombrado Reserva Especial en 1974.

¿Y qué ha tenido que ver el turismo en este gran triunfo? La conservación, investigación y gestión para la recuperación biológica de la ínsula se ha financiado a través del ecoturismo: la isla recibe al año unos 10.000 visitantes, muchos de ellos llegan dentro del recorrido del “Crucero de las Tres Islas” o en viajes de novios.

Pero lo mejor de este modelo de financiación no es que se haya aplicado a esta maravilla natural, si no que se puede extrapolar a muchos otros lugares del planeta y aprovechar la actividad turística limitada para su protección.

Además de una gran cantidad de especies vegetales como los manglares, que estaban prácticamente desaparecidos, se ha conseguido que vuelvan al islote hasta 7 especies de aves marinas, que suponen cerca de 300.000 ejemplares, o que la hermosa tortuga carey –en peligro de extinción-llegue a sus costas para desovar.