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Río de Janeiro Río de Janeiro, una ciudad alegre a la que se le puede buscar el costado romántico. Sólo basta con saber elegir sus rincones, paseos, atractivos y excursiones. Es que Brasil es, también, un hermoso lugar donde celebrar al amor. Su clima, sus playas y su gente son una combinación perfecta para un San Valentín cálido y en verano, lejos del frío europeo que en febrero invade al viejo continente. Por ello, si de un Día de los Enamorados se trata, qué mejor que estas cinco recomendaciones para disfrutar de a dos de un viaje a Río de Janeiro.
  • Una visita al Pan de Azúcar: es este un morro o peñasco de alrededor de 400 metros que se alza en la entrada de la bahía de Guanabara. Allí el turista puede llegar gracias a un teleférico ubicado en el barrio de Urca y con cristales que permiten apreciar todo el recorrido. Una vez arriba, los visitantes podrán disfrutar de una maravillosa visual. Lo ideal es visitarlo bien temprano en la mañana.
  • Paseo en barco por la bahía de Guanabara: si bien la bahía en sí misma sufre graves problemas de contaminación, aquellos que deseen apreciar hermosas visuales de Río de Janeiro desde el mar, podrán optar por contratar a las embarcaciones dedicadas a realizar paseos por la misma. Sin dudas una opción muy romántica para disfrutar de la paz del mar y de los hermosos paisajes de la ciudad.
  • Paseos en helicóptero: y Río de Janeiro también puede disfrutarse desde el aire. Así, existen compañías que ofrecen paseos para descubrir a la ciudad desde la alturas, pasando por encima del Pan de Azúcar, de las playas más bonitas y hasta sobre el famoso estadio Maracaná.
  • Descubriendo las islas cercanas en embarcaciones de lujo: Entre Río de Janeiro y San Pablo existen una serie de maravillosas islas. Y al lugar se puede llegar, por ejemplo, contratando los servicios de diversas embarcaciones entre las que existen opciones de lujo y hasta la posibilidad de alojarse en algunos de estos archipiélagos.
  • Confitería Colombo: se trata de una clásica cafetería brasileña fundada en 1894. Un hermoso edificio con un tragaluz art nouveau, enormes espejos y frisos de madera, todo ello acompañado por clásicos muebles. Sin dudas un hermoso sitio para disfrutar de la gastronomía y la bebida local. Un contexto ideal para el amor.
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