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En tiempos de crisis, las estrategias en materia turística de cada Gobierno son muy diferentes. Así tenemos el ejemplo de Grecia y Egipto, dos países que han decidido bajar o eliminar  sus tasas aeroportuarias para incentivar la llegada de vuelos a sus aeropuertos. En concreto Grecia, uno de los países más afectados por la crisis, ha decidido eliminar las tasas aeroportuarias durante nueve meses. Desde el 1 de abril al 31 de diciembre el Ministerio de Transporte de Grecia renuncia a cobrar las tasas de aterrizaje y parking a aquellas aeronaves que operen en sus aeropuertos, con excepción del Aeropuerto Internacional de Atenas Eleftherios Venizelos, que las mantiene. Por su parte, el Gobierno de Egipto ha optado por reducir sus tasas en un intento por recuperar el nivel de llegadas previo a la revolución de 2011. Este movimiento va acompañado también de una serie de iniciativas tales como ofrecer incentivos a las aerolíneas low cost y las operaciones charter, así como la creación de nuevas rutas con países como Brasil, Rusia, India, China, Japón, y otros con economías en crecimiento.

España: una estrategia muy diferente

Las políticas adoptadas por Grecia y Egipto chocan especialmente cuando se comparan con la estrategia seguida por el Gobierno español, que ha optado por subir las tasas aeroportuarias un 18,9% de media en los aeropuertos españoles, hasta un 53,6% en el aeropuerto de Barcelona-El Prat y un 50,3%  para aquellas aerolíneas que vuelan a Madrid. Esta medida, tomada en un momento en que el tráfico de pasajeros ha sufrido una de sus mayores caídas de los últimos meses (en el pasado mes de marzo se contabilizaba un descenso del 7% de media con respecto al mismo mes del año anterior), ha sido criticada por muchos profesionales del sector, que ven en ella un obstáculo en uno de los principales motores para la recuperación de la economía española. No corren buenos tiempos para la aviación española. Las subidas de las tasas aeroportuarias añadidas al incremento de los costes del combustible ponen a las aerolíneas en una situación difícil. Que esas subidas se reflejasen en los precios de los billetes no haría más que espantar todavía más a los pasajeros, de modo que si la situación no cambia quizá se cumpla lo que algunos ya predicen: que el tráfico aéreo se desvíe a países como Grecia o Egipto, destinos "competidores" de España que también ofrecen una envidiable combinación de patrimonio histórico, cultura, gastronomía y playa.  
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