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Da lo mismo que pidamos el menú de pollo o de pasta, que echemos dos sobrecitos de sal en la ensalada o demos una oportunidad a ese pastel de chocolate tan apetecible que a todas luces es un atentado contra nuestra dieta. La mayoría de los viajeros coinciden: la comida del avión no sabe a nada. Últimamente la lista de aerolíneas que contratan chefs de renombre para elaborar sus menús no hace más que crecer. La última ha sido Qatar Airways, que ha incorporado a su equipo a cuatro galardonados chefs provenientes de Líbano, India, Reino Unido y Japón para que diseñen un sabroso menú internacional con el que ofrecer a sus clientes una experiencia gastronómica de lujo en las alturas. Pero, ¿sirve para algo? ¿Qué es lo que hace tan complicado que la comida del avión sepa bien... si es que, en el mejor de los casos, sabe a algo? La respuesta no se encuentra en las cualidades de los chefs, sino en las características del propio vehículo. Cuando volamos el avión, el ambiente frío y seco (en torno a un 15% de humedad) de la cabina y los cambios de presión afectan negativamente a nuestros sentidos del gusto y el olfato. Las papilas gustativas quedan anuladas en una tercera parte, la nariz y la garganta se resecan ... más o menos como cuando sufrimos una gripe. Hay un tercer sentido que entra en juego: el oído. Parece ser que el ruido blanco (ese constante ronroneo de los motores que casi llegamos a olvidar después de tres horas de vuelo) al que nos vemos sometidos en el avión entorpece nuestra nuestra capacidad de reconocer los sabores dulces y salados. Si a todo esto le añadimos la dificultad logística de calentar en hornos de convección (que resecan aún más los alimentos) todas esas bandejitas, y servirlas en un espacio tan reducido como es la cabina de un avión, parece claro que, por mucho que las aerolíneas se esfuercen, la comida de los aviones lo tiene realmente complicado para ser tan deliciosa pretenden sus cocineros. ¿Conseguirán los cuatro nuevos chefs de Qatar Airways despertar nuestros adormecidos sentidos durante el vuelo sin abusar de la sal, tan mala para nuestra salud, y las especias? Esperamos que sí. Y es que,  ¿a quién no le gustaría disfrutar de una experiencia culinaria de cinco estrellas sobre las nubes?
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