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Standard Nueva York hotel exhibicionistas "No es su típico hotel" o "El lugar para estar" son algunas de las frases que el Standard Hotel ha ido recopilando de medios de comunicación sobre turismo, incorporándolas a su web como publicidad. Y lo cierto es que este insólito establecimiento de Nueva York, ubicado en el 848º de Washington Street, es un lugar decididamente diferente para alojarse si se visita la ciudad. Empezando por el propio edificio, cuya autoría corresponde al arquitecto Todd Schliemann, del estudio Polshek Partnership, y que ha merecido elogiosas críticas de las revistas especializadas. Sostenido por grandes pilares y atravesado por una vieja vía férrea elevada reconvertida en paseo peatonal, consiste en dos grandes bloques que presentan sendas fachadas completamente acristaladas, otorgándole un aspecto similar a la sede de la ONU (que también está en Nueva York). Hay 9 tipos distintos de habitaciones con precios que oscilan entre los 295 dólares de la Standard Queen hasta los 1.200 de la Empire Suite. Algunas dan a un jardín. Además, en la parte exterior el cliente puede disfrutar de un restaurante grill y de una cervecería, lugares habilitados también para la organización de eventos variados.

El exhibicionismo como política de empresa

Abierto en enero de 2009, se alza frente al High Line Park, del que los grandes ventanales ofrecen amplias panorámicas. Sin embargo, en la práctica suele ocurrir a la inversa: son los peatones los que obtienen vistas del interior de las habitaciones. Y ello se debe a la idea de la dirección, resuelta a que su establecimiento sea novedoso y original, convirtiéndolo en una atracción en sí mismo, diferente a otros hoteles en su uso. Un sitio ideal para exhibicionistas, pues, aunque ello no implica obligación alguna para el cliente. El propio personal ha sido animado a colaborar en ese sentido y una de las gerentes llegó a ser filmada en una habitación. No hay problema; política de empresa, como quien dice. Ocasionalmente, incluso se rueda alguna película erótica aprovechando el magnífico fondo que ofrecen las cristaleras (y que no hace falta echar cortinas). De hecho, hasta se ha organizado un grupo de seguidores en Facebook e instalado una webcam que emite imágenes en directo del exterior a la página oficial del Standard. ¿El interés? Descubrir los grupos de viandantes que se reúnen en el entorno para intentar vislumbrar algo a través de alguna ventana. Obviamente, no todos están contentos con estas iniciativas. Hay comerciantes de los alrededores que han manifestado su incomodidad y el propio Ayuntamiento solicitó al Standard que pidiera a sus huéspedes algo de control; el hotel envió cartas a las habitaciones informando de los horarios de limpieza de los cristales y sugiriendo echar las cortinas. Pero aquellos que disfrutan mostrando su cuerpo tienen claro cuál es su establecimiento favorito.
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